Review: The Flaming Lips – Oczy Mlody

The Flaming Lips nos trajeron en 2013 su vena más oscura y tétrica con “The Terror”, y ahora, casi 4 años más tarde, los de Oklahoma regresan con su decimoquinto disco, Oczy Mlody, líricamente menos sombrío, pero bien cargado de psicodelia.

2016 fue un año relativamente tranquilo para The Flaming Lips. Normalmente, la banda se toma unos cuatro años entre lanzamientos de disco, pero rara vez están totalmente fuera de nuestro radar, acaparando titulares y novedades varias en pequeñas pildoritas, clara evidencia de su hiperactividad y sus ansias de exploración musical.

Tras 4 años, regresan con Oczy Mlody, donde encontramos We A Fmily, un corte en el que colabora Miley Cyrus, la querida amiga de Wayne Coyne. La amistad no es nueva, ya que los Flaming trabajaron con ella en 2015 en el disco Miley Cyrus and her dead Petz.

Pero si Oczy Mlody carece de temas tan pesados como sucedía en The Terror, sí que conserva su ambiente claustrofóbico y denso. Esta es la primera vez que nos topamos con un trabajo en el que los Flaming apenas cuentan con batería, al menos de forma más perceptible, sino que se inclinan más sobre bases rítmicas programadas, low-fi y otros ganchos.

Los 12 temas son descabellados, en línea con la experimentación más enrevesada, y potencialmente aptas para incluir en cualquier BSO de ciencia ficción que se precie. Con Oczy Mlody han conseguido, a través de temas como «How?» o «Sunrise», expresarse en un refinado y atronador álbum.

Es el contrapunto de The Terror, donde, en ocasiones, suenan igual, y donde luchan por conciliar muchas fantasías y tensiones eléctricas. Su empuje techno e hipnótico hace el resto para alcanzar la máxima tensión y los finales disueltos en synth pop.

Aparte de la faceta más de estudio, no hay que olvidar uno de sus fuertes: los directos. Siempre han sido glorificados por sus grandes espectáculos de luz y color: disfraces, proyecciones, confeti…

La burbuja de la grandilocuencia lleva su nombre en todos los sentidos, por eso el video de Nigdy Nie (Never No), reúne todos los ingredientes que esperamos de ellos; una atmósfera envolvente capaz de turbarnos y una instrumentalidad en línea con la ensoñación más cósmica. Un setlist atolondrado, que demuestra que su creatividad y visceralidad no tiene fin.