Depeche Mode en Madrid: sexo, drogas y electrorock

depeche-mode-madridMadrid fue testigo del impecable y atrevido espectáculo que Depeche Mode ofreció el pasado viernes en la primera velada de su doblete en Madrid. Y no es casualidad. Con treinta años de trayectoria, Dave Gahan y compañía siguen retándose en cada directo aunque con la seguridad de que ya no tienen que demostrar nada a nadie, simplemente a ellos mismos. Sabíamos con lo que íbamos a encontrarnos pero estas “viejas glorias” tienen la fórmula que hace que vuelvan a asombrarnos una y otra vez.

La banda siempre se ha movido entre lo divino y lo profano, de ahí el motivo de su supervivencia. Tras años de carrera, siguen causando expectación gracias a su música y particular carisma que sigue enamorando incluso a las nuevas generaciones. Todo ello lo pudimos ver, cómo no, en la capital a lo largo de veinte temas que sonaban a recuerdos, pero en la que también hubo hueco para los de su más reciente producción, Delta Machine (2013), que mantuvieron un show prácticamente al máximo nivel durante dos horas de la mano del rock, pop y mucha electrónica.

El juego de pantallas, sintetizadores y un setlist de éxitos fue la combinación que los de Basildon nos trajeron con su incansable ‘The Delta Machine Tour’. Acostumbrados a un guión estático, a los fans poco les pilló por sorpresa una lista de canciones que comenzó dándonos la bienvenida con ‘Welcome to my world’, de su último disco. Así empezó una noche en la que no faltaron las memorables ‘Enjoy the silence’ y ‘Personal Jesus’, en las que su frontman, Dave Gahan, se dio un baño de masas al situarse en la pasarela que le acercaba a un público totalmente entregado que, en más de una ocasión, convertía a Gahan en una especie de dios digno de alabar. Y no era para menos.

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Con un ambiente que llamaba al baile, en ocasiones te dejabas atrapar por una cierta oscuridad que demostraba la marca Depeche Mode y que parece no tener fecha de caducidad. Los continuos bailes cual peonza de Dave en el inicio de la cita continuaban con más aspavientos en ‘Angel’ para volverse totalmente loco con su hit ‘Walking in my shoes’, del álbum ‘Songs of faith and devotion’ de 1993. La también clásica ‘Policy of truht’ sonó increíble , la cual daba paso a Martin Gore con la interpretación de ‘Slow’ y ‘But not tonight’, trayendo el toque de serenidad a la noche, y que terminaron con una gran ovación del público. Con ‘Heaven’, de DM, pudimos viajar claramente de “Madrid al cielo”.

Las connotaciones sexuales siempre estuvieron presentes en Madrid con las poses más atrevidas de su líder, quien jugaba constantemente con el pie de micro, en una ocasión como si fuera una barra de streeptease, y que no paraba de alzar y zarandear a modo de trofeo en incontables ocasiones. Y bien merecido. En ‘Precious’, Dave hizo pareja con Martin Gore para, digamos, restregarse con él.

Todo un provocador que en ‘Black celebration’ parecía ser abducido por una nave espacial con su invocación al más allá y en la que, POR FIN, se deshacía de su chaleco para quedarse con el torso totalmente desnudo que brillaba con el sudor. Ante esta osadía, poco después se quemaba en el infierno con ‘Should be higher’, en la que nos invitó a cantar por primera vez. Sus delirios sobre el escenario y sus movimientos de cadera tan característicos siguen estando más que presentes a pesar de pasar la barrera de los cincuenta, mostrándonos que hay Depeche Mode para rato y la cantidad de cosas que deben aprender de ellos las generaciones actuales y venideras.

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Sin perder fuelle, ‘Behind the wheel’ fue uno de los temas más celebrados, en el que Dave se volvió a encarnar en peonza. El rockero ‘A pain that I’m used to’ nos cegó con sus intermitentes luces, y con ‘A question of time’ nos invitó a cantar otra vez, quizá en demasía. Sin perder su pose, y cuando creía que sonaría ‘Shoothe my soul’, llegó la imprescindible ‘Enjoy the silence’ que, dedicada al silencio, fue justamente de las más cantadas junto con ‘Personal Jesus’, ambas de su mítico segundo disco ‘Violator’, en la que el protagonismo de la guitarra fue total.

Tras el encore, llegaba Gore con la apasionada y triste ‘Shake the disease’, y Dave volvía a irrumpir en el escenario con ‘Halo’, vitoreado previamente por el público. Con el papel bien aprendido, Dave sabe cuándo tiene que ponerse serio, cuándo más “loco” y, por supuesto, sabe a qué cámara mirar. Más tranquilo –como en pocas ocasiones de la noche- terminó el tema para ponernos a bailar con la ochentera ‘I just can’t get enough’ con toda una fiesta de luces y continuos cantos de los allí presentes.

La dura y contundente ‘I feel you’ nos acercaba a un final que llegó con ‘Never let me down again’, otra mítica en la que se desprendió del colgante que le acompañaba durante todo el directo, acto en el que parecía dejarnos una parte de su alma. Y así fue. Lejos de desaparecer de los escenarios, los ingleses aún se atreven a llenar estadios y a mostrar al mundo que su creatividad no tiene fin.


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