Florence + the Machine trae su poesía a Madrid

Voz, piano y arpa se hicieron poesía en Madrid. Florence + the Machine nos trajeron la primavera con sus versos y universos más libres tan solo un día después de su show en Barcelona.

La londinense y su banda se encargaron de que la velada fuera una vía más de expresión del amor ante un Wizink Center entregado y unido en hermandad.

Ver a Florence Welch es deleitar un show lleno de mensajes y un talento que solo unos pocos animales escénicos son capaces de lograr, y en Madrid no iba a ser menos.

La londinense se valió una vez más de su súper banda, quien le cubre firmemente sus espaldas con su siempre elegante artillería y secundándole en sus aires de megalomanía. La capital pudo disfrutar de temas de su último disco (“High As Hope”, 2018) y otros más clásicos como “Dog Days Are Over” o, para cerrar, “Shake It Out”.

Se hicieron esperar. Desde que finiquitaron los teloneros Young Fathers hasta que empezó Florence and the Machine pasó casi una hora. Eran las 21.30 y, llegado el momento, irrumpieron con “June”, alargando su setlist a lo largo de 17 temas durante hora y media.

Como si de una unión hippie se tratara, fueron varias las veces las que Florence Welch nos instó a levantarnos con ánimo de que las energías fluyesen entre nosotros.

Alcanzada ya la más absoluta hermandad, no dejó de agradecer al público nuestro entusiasmo, no sin antes invocarnos con sus característicos bailes, esos con los que sin ellos sus conciertos no tendrían la misma razón de ser.

Tampoco tardó en confesarnos que le encanta visitar España. Y a continuación, con “South London” (de donde es), repitió como un mantra “amor, empatía y compasión”. Significó que nos cogiéramos de las manos, y poco después vinieron los abrazos. Le daba igual que no conociéramos al de al lado; ella quería demostrar la fuerza analgésica que tiene ese sencillo acto: “Todos somos una familia. Todos somos uno”.

También comulgó sobre la toxicidad masculina y nos animó a que nos sintiéramos siempre libres. Tras toda esta divulgación de buen rollo y espíritu hippie, llegaba “Dog Days are Over”. Y para venirnos más arriba si cabe, prosiguieron con “Ship to Wreck”. Con temas como “The end of love” pudimos vivir un momento celestial y lleno de magia a la par que de calma. 

A ella y al piano se le añadieron palmas y vítores en “100 years”. Y como si fuéramos parte de su terapia, nos confesó que todos los días se siente tan agradecida como aterrorizada sobre las tablas (por si lo hace mal).

Siguiendo con la performance, a sus órdenes encendimos las luces del móvil en “Cosmic love”, no sin antes habernos “abroncado” el uso constante de los móviles: “Dejad los móviles, guardáoslos”. Y así fue. Tal encuentro era digno de grabar en nuestras retinas.

Cuando parecía que todo llegaba a su fin, Florence salía a la pista por el lateral izquierdo hacía el principio de ésta con “What kind of man”. Un momentazo tan inigualable y un gesto tan poco común que provocó gran agradecimiento y fervor en el público.
Son detalles tan excepcionales que solo lo hacen los artistas más carismáticos. Se nota cuando el objetivo del show es hacer que los fans se lo pasen bien y lo vivan como si fuera la última vez. No dudó en volver al escenario por en medio de los asistentes, abriéndose paso y sintiendo al público cerca.

El colofón llegó con “Shake It Out”, reafirmándose como diva total y con el ánimo de que ni un alma se sintiera fuera de su particular cosmos. Agradecida, terminó abrazando al público de la primera fila y firmando autógrafos al final del todo, ya sin la banda sobre el escenario.
El 21 de marzo fue el día de la poesía, y sin duda fue la mejor forma de celebrarlo: con uno de los versos más libre de la música, cual ninfa. Cual diva.