Kurt Cobain: 20 años después

Parece que fue ayer cuando Kurt Cobain, líder de Nirvana, acaparaba múltiples primeras planas por un hecho que ojalá nunca hubiera sucedido, pero que las drogas y la depresión no hicieron sino que conducirle al suicidio con tan solo 27 años, edad que le hizo miembro de ese ya conocido ‘Club de los 27’, que incluye a otros famosos músicos también fallecidos por casos relacionados con el abuso de las drogas, como son Jimi Hendrix, Janis Joplin o Jim Morrison.

Aún cuando se cumplen 20 años de su muerte, el tema sigue causando tanta expectación que, recientemente, la policía de Seattle –ciudad estadounidense donde murió- ha publicado un par de fotografías inéditas de la escena del suicidio como fruto de las últimas investigaciones llevadas a cabo en respuesta a la cantidad de preguntas de sus admiradores con motivo de dicha efeméride. Como viene pasando desde aquel 8 de abril de 1994 -fecha en la que fue hallado sin vida y tres días después de su muerte- los más fanáticos siguen arrojando teorías que mantienen vivo el debate de las verdaderas causas de su muerte. A pesar de las nuevas fotos descubiertas, la policía ya ha dicho que no variará el dictamen. “Fue un suicidio. Es un caso cerrado”.

Pero como Kurt Cobain no sólo es un recuerdo relacionado con un disparo en la cabeza y el abuso de drogas, el joven, con sus múltiples facetas dentro de la música, nos dejó un legado memorable junto a unas de las bandas más transgresoras de los últimos tiempos, Nirvana, vendiendo más de 75 millones de discos en todo el mundo.

En los siete años de actividad junto al grupo, ‘Bleach’, ‘Nevermind’ e ‘In Utero’ fueron el historial de su carrera conjunta, siendo el segundo su mayor éxito comercial y máximo deleite profesional después de una serie de insatisfacciones con su debut ‘Bleach’, y que luego con ‘In Utero’ se encargarían de dar un sonido más acorde a lo que su líder y compañía anhelaban: un material de extremos, escapando de la linealidad; una “distorsionada obra maestra”, como calificaban algunos de sus seguidores.

La figura tanto musical como personal de Kurt creó por entonces un gran impacto social en la juventud de su época, quienes bebían de su mano las nuevas olas del rock alternativo y ese nuevo sonido que era el grunge, impulsado, precisamente, en Seattle por la discográfica ‘Sub Pop’ (artífice de ‘Bleach’), género que también se desarrolló gracias a grupos como Soundgarden, Alice In Chains o Pearl Jam a finales de los ochenta y principio de los noventa. Una corriente que, sin duda, debe su grandeza a formaciones como estas. ‘MTV Unplugged in New York’, editado a finales de 1994, fue un disco póstumo y, aunque no estaba dentro de sus planes, fue el que más se asemejó a lo que Cobain deseaba antes de morir: un material acústico y etéreo.

A raíz de su muerte se comenzó a crear un mito en torno a él que muchos lo califican de excesivo, de una figura que los medios de comunicación se encargaron de elevar a pesar de que la postura del artista siempre fue paralela al sistema, quien poseía unos valores que distaban bastante de la sociedad que el consideraba del consumismo. Su letras bien revelaban que se trataba de un chico con un concepto de la vida diferente, ideario que arrastraría durante su corta existencia en un contexto con el que poco se sentía identificado.

Su depresión e insatisfacción ante la vida -y las presiones que más tarde vendrían de la mano de la fama y un enaltecimiento que no soportaba- se pueden decir que le mataron junto a una adicción a la heroína que arrastraría durante años. El férreo amor por la música y por el arte que mantuvo desde la infancia –y el sentimiento de inferioridad que sintió tras el divorcio de sus padres- le produjo un aislamiento que marcó su carácter para siempre, con tendencia a la soledad y a los altibajos emocionales, con momentos de ira y otros de desilusión. Un joven que, consciente de su singularidad, dijo una frase que ya por siempre recordaremos: “Os reís de mi porque soy diferente; yo me río de vosotros porque sois todos iguales”.